El día que dejaste de ser un capullo. También conocido como el día que empezaste a sentirte bien otra vez.
¿Quién no se ha sentido alguna vez un poco inútil? Es la mayor maldición para un culo inquieto. Puede desembocar en una crisis existencial de manual o en una vida sin sentido en 0,2 (Dale el título que quieras).
Sentirse útil o parte de algo, debe ser con toda probabilidad una de las mayores satisfacciones que se pueden tener en la vida. No creo que haya bien material que sustituya a esto. Cada vez entiendo mejor la potencia vital, por ejemplo, de los padres de familia. Pero si sentirse útil es una bendición, sentirse inútil debe ser por lógica, lo contrario y como aún no eres padre ni madre de familia, de momento vas a tener que encontrar sentido a esto de otro modo.
Durante el confinamiento pasé por uno de estos momentillos parecidos al aterrizaje de emergencia de un pollo sin cabeza (drama y descontrol a partes iguales). Y es que últimamente las cosas están como para ahogarse con el chorrito de la ducha.
Imagino que pasar tanto tiempo encerrado y estar más conmigo mismo hizo darme cuenta de que poco de lo que había hecho o hacía me gustaba de verdad. Lo cierto es que necesitaba un cambio de mentalidad o simplemente un cambio. Por cierto, más tarde me enteré de que a esto se le conoce como “estar en duelo” (con uno mismo) que por lo visto es muy común. Yo fui el último en enterarme.
El resumen es que, convertido en un perfecto idiota en busca de enfrentamientos constantes, lloros de penas como si fueran las únicas del mundo y autocompadecimiento desmedido, lo mejor y más inteligente que se me ocurrió fue buscar argumentos a mi favor. Otro concepto que aprendí fue “resistencia al cambio” y si bien no justifica que estés hecho un idiota, al menos puede explicarlo. No te juzgues, todos pasamos por etapas.
Afortunadamente de esas revelaciones (cuando se superan) se sale más fuerte que débil (e incluso con un mejor amigo más), por lo que en el fondo hasta se agradece (en el momento hace poca gracia).
A mí me sucedió lo que la mayoría de las veces les pasa a los tozudos. Solo post trauma pude valorar con claridad. Entonces entendí que me había sentido muy inútil y después tuve la revelación de querer ser mejor humano y compartirlo con vosotros. Así que no (si alguien se lo preguntaba), no soy un crack que nació aprendido y entendía desde el minuto cero tal emoción y tú tampoco has de serlo. Y si, cuesta imaginarse que uno necesite cambiar algo cuando hace solo 24 horas no tenía ningún problema y era una florecilla radiante. Hoy eres un capullo mustio y debes trabajar para dejar de serlo.
Bienvenido a solo Dios sabe lo que te pasa.
Aun así, doy gracias a lo que quiera que sea que nos pone en esas situaciones, porque intuyo que son el empujón que necesitamos para crecer y convertirnos en lo que nuestro yo profundo desea. Y esto no pasa el 100% de los casos porque uno lo busque conscientemente (más bien es lo contrario). Sucede por motivos que, de primeras no entendemos, como cuando pones el despertador a las 8:00 am y te despiertas a las 7:59 am. El caso es que el cuerpo y la mente alertan y tú luego si quieres reaccionas.

Sentir que ni nosotros mismos nos conocemos puede desorientarnos mucho. Donde un día nos sentímos útiles otro no lo queremos ni ver. Y si nos fijamos nada ha cambiado, solo nosotros. ¿Problema? El cambio nos acongoja, pero como personas con una larga vida estamos obligados a renovarnos o morir y cuanto antes nos enteremos de que sucederá muchas veces, mejor.
Dicho esto, lee o deja de leer tanto, pasa más tiempo con tus amigos, haz deporte, apúntate a clases de croché, ponte bótox (hay que poner ejemplos para todos los gustos), visita a tus abuelos o visítales menos, cómprate un perrito, dona sangre o hazte un piercing. Tu verás, pero no te quedes sentado esperando y menos culpando al mundo de tu estupidez.
Humilde consejo de compañero de viaje: Haz algo nuevo, muchas cosas nuevas o deja de hacer ciertas cosas, hasta que ese algo haga click y vuelvas a sentirte útil otra vez y te devuelva las ganotas de comerte el mundo que tenías antes. Después celebra tu vuelta con unas cervecitas o unos vinitos, lo que más te guste.
Pd: Tampoco estaría mal pedir perdón a los que te han soportado durante el proceso.